Contemplabas el azul del arroyo. Y en él, mecías mimosa tu largo cabello al viento, disipándose largo, entre robles y castaños. Y te vi sonriente, sentada en el riachuelo, dibujando sombras de luna con su luz. Dulce al despuntar el Alba, rocío que germinó al nuevo día. Cuanta belleza junta se disipa cuando inadvertida la ciudad, te acoge entre sus edificios. Y yo tendré que jurar al color-tiempo para desmontar alquimias; el hiriente hechizo del amor descartado, el azul hechizo de tu arroyo-pelo, el admirable hechizo de tu belleza inagotable, el perfecto hechizo de tus ojos bellos, a los que no puedo mirar, que los tengo que esquivar porque ellos me sonrojan porque en ellos;
…veo el mar.
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