Le gusta mirarse en el espejo envejecido, tal vez porque le recuerda a otros tiempos, quién sabe si mejores, cuando gustaba fumarse un cigarro habano desafiando su placer exclusivo reservado para hombres. Esos mismos hombres que sobre extrañas mentiras tejieron la alfombra roja de su efímero éxito para luego dejarla caer sin lona. Peina armoniosa su cabello cano con el cepillo de puño bruñido y grabado con las iniciales G.S. de un nombre de blanco y negro, de labios leídos y con el azul verde de sus ojos sugerido. Escondida en el telón del olvido, se maquilla para la última toma de su vida, como siempre desafiante. Un habano más, por favor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario