Siempre quise ser extranjero. Por eso después de varios meses en un lugar, buscaba otro, para asegurarme la calidad de llegado de fuera. La primera vez recuerdo que quería venir de la luna. Me la imaginaba siempre blanca. Muy a pesar mío, no conseguí nunca aprender ni una palabra de selenita. Algunos meses más tarde, quise haber emergido del fondo del mar. Pero aún a día de hoy no sé nadar, además al observar un mejillón no puedo evitar el repeluz, al saber que compartiría origen con seres tan primitivos. Sin remedio, me agarré a la única posibilidad que me quedaba. Soy aéreo.
Para seguir siéndolo, intento volar bajo, y no ser presa fácil de los aviones.
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