Con
los pies aventureros fueron al rio, no era un camino estrecho ni un camino
corto, era de sonrisa ancha y dicha mutua. Cogidos todos de las manos alzaban
la cabeza y observaban las vacas Muuuyeras.
Escuchaban
el agua, no como un riachuelo ni como una cascada, sino como un rio digno de
ninfas y príncipes ranas. La mayor le preguntó a su hermanita:
-
¿Cómo se llama el rio? Ella la miro
desconcertada y dijo:
-
El rio no es un libro para tener letras.
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