Sólo a las niñas guapas y a los padres que
las acompañaban les ofrecían café. “Tenga por seguro que haremos de su hija una
gran actriz, además de una gran mujer”, repetía un día tras otro aquel tipo
trajeado antes de despedir a los hombres con un fuerte apretón de manos. El
siguiente paso, siempre el más complejo, era hacerlas comprender, al tiempo que
se desabrochaba el pantalón, que tan sólo existía un camino para ser las
mejores.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario