Ella llegó unos minutos tarde a la cita, se disculpó: el tráfico. ¡Mujer tenía que ser! Él ya se había bebido una copa de cerveza y solo había dejado rastro de las patatas fritas en su jersey. ¡Hombre tenía que ser! Ella le escuchó solícita hablar de su amplia y exitosa carrera profesional. ¡Mujer tenía que ser! Él se pidió otra caña y reclamó más patatas fritas, reteniendo las aceitunas que había traído el camarero. ¡Hombre tenía que ser! Ella intentó hablar de sí misma. ¡Mujer tenía que ser! Él miró disimuladamente el reloj a los pocos minutos. ¡Hombre tenía que ser! Ella, ¡mujer tenía que ser!, se dio perfecta cuenta y, con naturalidad, dijo: “Si quieres, nos vamos”.
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