Te habían dicho que la feminidad estaba en tu cuerpo, en tus gestos, en tu delicadeza, en tu sonrisa, en tu buena educación, en tu pelo brillante y sedoso, en tu seducción, en tus operaciones estéticas, en tu desayuno con cereales hipocalóricos, en tu sumisión, y hasta en tus zapatos de tacón. Te fracturaste un tobillo. Ahora sabes lo que es ser mujer.
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