Ni subido a una escalera conseguiría besarte, tan distante te percibo, con ese desdén con que te mueves desde la altura de tus ojos grises. Te sientas a mi lado, dejándote caer con displicencia, y ladeas la cabeza para rozarme el cuello con tu rubia melena, tan lacia y pensativa. No entiendo bien ese interés perverso por provocar pasiones sin futuro.
Acaba la clase y ya me olvidas, y en pocas ocasiones te despides: solo esbozas una sonrisa ambigua que promete lo que luego no cumples. Pero hoy me has dejado una nota, con siete palabras graves como siete puñales: «Ni subido a una escalera conseguirás besarme».
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario