El otoño me desordena, sobre todo cuando estoy solo. La mayoría de las veces salgo a buscar a mis amigos y familiares para ordenarme. ¿Por qué estos días si hago, más o menos, lo mismo que siempre tengo al desasosiego esperándome a la hora de dormir?
Siempre busco una explicación psicoanalítica a esta jodienda, pero no la tiene. Según un listo en la materia, se trata de nuestra química, es decir, la mía y la de un 30% de la población, que según la estadística, se desordena afectivamente con la llegada de la estación. La próxima vez que vaya a una pizzería me pido una cuatro estaciones sin otoño, por favor.
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