Corriendo por la playa me encontré un limón perdido, estaba en buen estado a pesar de no encontrarse en su hábitat. Tenía un color amarillo muy vivo y olía a limón.
Llegué a casa y pensé por qué tendría esa fama el sabor del limón. Amargo, como los malos tragos de la vida. Pero es que además es ácido, como el humor que se saca de donde en principio, ni de coña, pensarías que se podría sacar.
Al final decidí darle un tajo al limón por la mitad. Me sorprendió, estaba negro y totalmente seco. Cómo puede ser que un limón tan amarillo, con tan buen olor, tan vital, estuviera podrido por dentro. Qué cosas, ¿no?.
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