“Mirenla ahí va… sólo el viento acaricia su cara” - dijo uno de los viejos del café Volga.
“Pobre de ella…mejor sería que no se burlaran más; nadie esta libre de tener una hija así” – dijo el Viejo de la barra.
En Semana Santa prefería escuchar las misas por radio. El cura de la Ermita,a petición de su madre; le imponía la señal de la cruz en su propia casa. En su habitación nunca hubo espejo vienés.ni talcos de Asturias. Creyó que al manchar, su cuerpo cambiaría .Equivocada estaba. Continuó siendo fea.
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