Paseaba sin rumbo fijo por aquel sendero, sin saber dónde iba ni que vendría después. Con las maletas de la mano y buscando un lugar donde empezar de cero.
Paraste en seco el coche, y me dijiste que subiera, que no tuviera miedo.
Fue un segundo, una milésima de segundo. Y casi sin respirar decidí subir. Colocándome a tu lado sin ningún miedo.
No sé qué hago aquí- te pregunte. Entonces me miraste y me dijiste-escapar de tu pasado como yo.
Yo escapaba de una discusión con mis padres, tú de una violación y tres crímenes.
Ahora estoy encerrada en un garaje esperando a la muerte, con no más entretenimiento que un lápiz y un papel.
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