lunes, 28 de febrero de 2011
UN PENSAMIENTO TRASCENDENTAL
La mujer nonagenaria se acercó a la cuna donde dormía su biznieto. Lo observó con detenimiento unos segundos, y comprobó, perpleja, que la criatura no tenía dientes, ni pelo tampoco. Igual que ella. Y, en medio de su desvarío, unas cuantas neuronas sortearon abismos y lagunas para iluminar un trascendental pensamiento: ¿Y si al final llegáramos al principio?
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