Le torció la nariz entre sus dedos huesudos y luego, para enfatizar lo que estaba diciendo, le sacudió las orejas con sendas bofetadas.
“- ¡Borrico!..” le espetó “- ¿Cuántas veces te tengo que decir que la tercera persona del pasado de ‘amare’ es ‘amabat’?.. El niño trató de evadir cualquier castigo adicional, asegurándole al maestro que nunca más se le olvidaría.
Ajustándose la sotana, el clérigo volvió al estrado desde el cual amenazó al resto de la pequeña clase con un tratamiento similar al de Xavier, si no llegaban con los deberes bien hechos al día siguiente.
El niño se convertiría con el tiempo en San Francisco Xavier. El maestro … en un cero a la izquierda de la Historia.
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