Se dio cuenta de que era la pieza más extraordinaria que había encontrado nunca nada más advertir que había picado el anzuelo.
Afianzó su posición. Se colocó como había estudiado tantas veces y comenzó a recoger el carrete
-María, prepara la cámara que esto pasa una vez en la vida.
Manuel continuó con su empeño mientras María corría a la orilla del río con la cámara de fotos.
La emoción del momento le hizo olvidar toda precaución. Se escurrió y cayó al agua en un lugar de cierta profundidad.
-¡Manuel, que me ahogo!
Y Manuel dejó que se ahogara. Pero no se le escapó el salmón de su vida
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