En una madrugada, me levanté con calor de mi cama: estaba traspirando. Rápidamente, me puse el “short” de baño y abrí la ventana del cuarto. Dormía con un hermano que tenía 14 años, yo 16.
En casa, todos dormían; salí, sigilosamente, caminando de mi casa; iba descalzo por las calles de tierra. Me dirigí a la casa de mi mejor amigo a quien conocía desde la infancia. Su casa estaba solamente a dos cuadras de mi hogar.
Por un sendero, bajé hasta el río Suquía. Subí hasta donde estaba la piscina y entré en el agua helada. Es mágico zambullirse.
Vi, con miedo, que se encendía una luz…
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