Un auto negro se estacionó frente a la puerta de la casona y unos ojos femeninos se asomaron tras las cortinas de la habitación principal.
-Volvió más temprano de lo previsto –dijo la mujer al hombre que se hallaba semi-desnudo sobre su cama-. ¡Tienes que irte de aquí!
El hombre se levantó rápidamente y, tras juntar su ropa, alcanzó a escaparse sin que nadie lo viera.
A los pocos segundos, otro caballero entró al dormitorio y se alegró al notar que la mujer lo estaba esperando.
-Me moría de ganas por estar contigo –confesó mientras la besaba.
-Yo también –afirmó ella-. Pero tenemos que estar atentos. Tú sabes que en cualquier momento puede llegar mi marido.
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