“Tic-tac” hace el sonido del reloj estampado contra la pared cromada.
Recostada en el sofá intenta evitar palabras. Su melena esconde los surcos que caen por sus mejillas rosadas y un papel emborronado da vueltas jugando con la suave brisa que inunda la habitación. Una mirada perdida con ojos olvidados... ¿Y el color de sus pupilas? Se consumió en la tristeza de su corazón.
Cae salpicando el suelo cobrizo el dulce aroma de color purpúreo. Una herida. Un peligro.
Sus labios intentan hablar, sus ojos se cierran y nace el silencio.
Siente un vacío en el pecho. Sus lágrimas ya dejaron de derramarse, sólo queda el recorrido que hicieron y los pañuelos que quedaron revueltos, manchados de sangre...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario