Noto una ausencia, llevo horas navegando, devorando palabras en diagonal, horizontal y vertical, sin pausa ni respiro.
De flor en flor, picoteando de forma compulsiva, sin apenas saborear las letras, sin el paladeo necesario y previo al placer, igual que nos comemos un menú exquisito en los 45 minutos que se nos conceden de descanso para la comida.
Engullir, engullir sin parar, y digerir en grandes cantidades, no tenemos tiempo, los ojos inyectados en sangre, ya van ocho horas de las que apenas recuerdo nada. No importa, sigamos leyendo, comiendo palabras sin la ayuda de los sentidos. ¿Qué sería del acto de comer sin el olfato y la vista? Actividad mecánica.
Me voy a dormir, me imagino bailando con la coma con la mirada censuradora del señor interrogante, siguiendo el guión punto por punto, sin lugar para la exclamación. Ahora lo sé, ésa es la falta.
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