Tres, tres, ¡TRES!
Hoy les ha dado por soplar unas trompetillas de sonido estridente y llevan toda la tarde componiendo las más absurdas melodías.
—¡Papá! ¡Miguel Ángel me ha soplado en el oído!
—¡Pero tú…! ¡Dame la trompeta!
El eco de un tremendo portazo llega hasta la habitación. Chema se levanta arrastrando la silla.
—¿Qué coño ha sido eso?
—¡Coño no se dice! —apunta la niña desde la salita.
—María has dejado abierta la puerta, ¿verdad? —grita—. ¡La has dejado abierta y David ha escapado...!
El hombre sale de la estancia muy alterado. Sobre la mesa de estudio, bajo los certificados acreditativos de antiguos premios literarios ha quedado encendida la pantalla del ordenador. No hay nada escrito en ella.
martes, 16 de febrero de 2010
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