jueves, 19 de abril de 2012
Circular 1
Ojalá nunca baje del autobús y podamos recorrer la ciudad juntos cien veces o durase el tiempo suficiente para conocerla, desafiar a la suerte y gritarle a mis amigos, al mar, al abismo, al rompeolas que golpea mis mejillas, que esta vez no se ha equivocado el cielo conmigo. Ojalá pudiera escribir su nombre o al menos lograse recordarlo. Y pensar que cada instante fue el último. Si lograse comprender de qué fibra estamos hechos cambiaría la receta; mejoraría el sabor de sus labios y le daría un toque personal a su mirada:
- No dejaré que te marches sin antes decirme que nos volveremos a ver. –Claro que si lo hubiese dicho en voz alta quizá hubiese dado resultado.
Isabel Aduren
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