miércoles, 18 de abril de 2012
REYES
A mediados de diciembre, justo a punto de cumplir seis años, cogí la gripe. La fiebre me había trastocado los horarios de sueño. Una noche escuché lo que mis padres hablaban en la habitación contigua.
- Este año quizá le debiéramos comprar algo más.
- ¿Piensas que por que los reyes le traigan todos los juguetes no sufrirá?
- No sé, supongo que es una manera de entretener a la pena jugando.
No dije ni una palabra a la mañana siguiente cuando mi padre me trajo el desayuno a la cama, ni cuando mamá me apremió para que pasara a ducharme al baño. De manera expectante contaba los días para ponerme buena y volver al colegio.
El día llegó. A la hora del recreo insistí en llevar a un escondite a María y Daniela porque tenía algo muy importante que contarles. Un secreto bien grande.
- Lo que os voy a decir no se lo podéis contar a nadie.
- ¿A ver, qué es?
- Es que es algo muy gordísimo, pero creo que si os lo digo será mejor.
- Venga, suelta.
- Chicas, los reyes magos son mis padres, así que pedidme lo que queráis.
TRILCE
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