martes, 17 de abril de 2012
El beso de José
Jugaba a las canicas en el patio con los demás compañeros. Desde una reja me gritaron: ‘José, tienes visita’. Atravesé un corredor y, más tarde, una pesada puerta con cerrojo. Al verla me estremecí, con sus ojos humedecidos me interrogó: ‘¿por qué lo hiciste, José’? Porque iba contigo hacia el camino del canal, le contesté. Era el criado de mi padre, me comentó, y me acompañaba a llevar el almuerzo a los jornaleros. Pero iba siempre contigo, por eso le maté. No te pregunto por su muerte, José, ¿por qué no me besaste, después de muerto, si ya no había nadie para contárselo a mi padre?, me susurró entre sollozos.
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