martes, 17 de abril de 2012
Horizonte
En el horizonte, el infinito y las pinceladas brillantes que el sol dibuja sin descanso sobre el agua. El oleaje, impulsado por una máquina que nunca se agota, nos parece la respiración desacompasada de un gigante, aunque acabamos por acostumbrarnos y oímos una sinfonía que no cesa de repetirse. Luego, en picado, una gaviota se lanza sobre el cristal del mar. ¿Dónde está el pez? Su blancura destaca, pero pronto la perdemos. Otras pasan buscando algo. Yo las sigo mientras mis pies se refrescan con el estertor de las olas. El cielo muestra su maravilloso azul; las olas baten la espuma, saturada de arena al acercarse a la playa; el rumor del oleaje te inunda y, al poco, parece desaparecer. Cinco gaviotas, que volaban en formación, se dispersan. Anochece.
Azahar
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