miércoles, 18 de abril de 2012
LA EMOCIÓN DEL DIRECTO
Ese deseo que se enciende en el ánimo de mi mujer cada noche me está matando. Al acostarnos me pide que lo repitamos y lo cierto es que yo ya no tengo ganas de cumplir con ella todos los días. Yo me tumbo boca arriba, después llegan las caricias en el rostro, luego me besa y al final acaba siempre en un mar de lágrimas. Luego me toca a mí, ella se tiende sobre la cama y espera que yo haga mi parte, pero cada vez tengo más problemas para hacerlo. A mí me gustan más las cosas espontáneas; los simulacros, especialmente los de velatorio, carecen de la emoción del directo; además me dejan sin una lágrima que llevarme a los ojos.
Quién tú quieras
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