jueves, 19 de abril de 2012
Tarde de lluvia
Mi bici corría a tres revoluciones por segundo bajo la intensa lluvia. Estaba calado; el pelo mojado, sobre los ojos, casi me impedía ver. Pero me daba igual, porque estaba lleno de vida; me encanta el cielo gris, el agua repiqueteando sobre el asfalto, mientras espoleo a mi bici, intentando alcanzar la velocidad máxima. ¡Se puede ser más feliz con menos!
Llegué a un bosque, donde se embarraron las ruedas de mi vehículo. Desde este bosque, emocionado, escribo sobre este mojado folio, con remitente directo al cielo, reclamando más tardes de lluvia como ésta. Pero ahora, disfruto del regalo. En casa, ya habrá tiempo de añorarlo.
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