jueves, 19 de abril de 2012
Lobos
Mientras tomo una cerveza en “El lobo estepario”, observo. Dos hombres discuten. Uno habla en voz alta, está alterado. El otro lo hace en voz baja, susurrando, pero adivino que está tan alterado como su compañero. No se parecen. El primero es de largos cabellos, pecho y espalda anchos, irradia fuerza y felinidad en sus gestos. El otro es paliducho, bien vestido y de aspecto enfermizo.
Finalmente, parece que se calman, se quedan callados. El del pelo largo sonríe y le da una palmada al otro. Terminan por fundirse en un abrazo. Tan fuerte que, realmente, se funden en una sola persona: un hombre de una apariencia completamente normal que, tras pagar sus dos consumiciones, se levanta y se va.
Por Zeiram
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