martes, 17 de abril de 2012
La muerte del abuelo
Estaba muerto y ahorcado. Mi abuela me ordenó que subiera al desván para bajarle una sandía de las que guardaba escondidas en el trigo. La impresión fue escalofriante. Mi hermano lo había estado buscando toda la mañana por el corral y por toda la casa. Arriba no había subido porque la abuela le había contado no sé qué historias de un dragón y que se olvidara de ese bicho que no traería mas que desgracias. Mis padres, aunque al principio se negaron, le trajeron el lagarto como regalo de cumpleaños. Mi abuelo, lo supe después, había muerto, años atrás por la mordedura de un lagarto azul, pero mi abuela nunca supo que no eran venenosos.
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