martes, 17 de abril de 2012
Nueve
Lo mejor de septiembre es desnudar la mentira frente al espejo con una sonrisa excéntrica. Es quitarme, muy lentamente, la máscara que satisface a los demás. Es ver cómo, poco a poco, mi piel se blanquea hasta un fidedigno amarillo roto. Es palidecer hasta la autenticidad. Recuperar el verdadero yo aunque no guste a nadie, entre la exquisitez de cuatro paredes y un techo bajo. Es poder vomitar, gritar y escupir libremente sin las cadenas de la socialización. En septiembre vuelvo a ser el nihilista feliz que comienza un nuevo ciclo, igualmente a escondidas, pero con una protección absoluta: la ropa agorafóbica que cubre totalmente mi alma.
IÑIGO MONTOYA
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