Unas palabras susurradas, unos besos furtivos, unos abrazos robados, como cada noche, un lugar más allá del bien y del mal, entre el cielo y el infierno.
- Ardo en deseos de confesar al mundo nuestro amor.
- Sabes que es imposible, nadie lo entendería.
- ¿Ni siquiera tu jefe, con su inacabable sabiduría?
- No te burles, no desperdicies estos momentos con ironías.
- Eso es lo que más me gusta de ti, tu increíble dulzura.
- ¿Y a mi, qué me puede atraer de ti?
El pequeño demonio ríe, abrazando a su amado antes de que este despliegue sus alas y vuele de nuevo al paraíso, donde le espera ese Dios incapaz de comprender su amor.
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