El milagro se ha producido. La música se ha revelado como el arma más eficaz para que reyezuelos y dictadores devuelvan a sus pueblos la libertad y la riqueza robadas.
Ben Alí se aprestaba a reprimir la revuelta cuando sonó en el palacio presidencial “Imagine” de John Lennon y decidió abandonar Túnez.
Mubarak no cedió el poder hasta que oyó “Sultans of swing” de Dire Straits, tras lo cual dejó Egipto.
Gadafi abandonará Libia sólo después de escuchar “Sunday Bloody Sunday“ de U2, Castro dejará Cuba a los sones de “Yo te quiero libre” de Silvio Rodríguez. Saleh, Obiang, Kim Jong y demás tiranos cederán ante “Great balls of fire” de Jerry Lee Lewis. La música amansa las fieras.
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