Mis pies están cansados de tanto caminar… recorro cada día cinco kilómetros solo, para llegar a la aldea donde la maestra nos enseña a leer y a escribir. Pero soy un niño feliz y siento anhelos por aprender. Aunque… ¡Ojalá y mi padre tuviera una mula para llevarme a la escuela!”
“El despertador ha sonado ya y mi madre me avisa por segunda vez.
¡Qué pesada! ¡Quiero dormir y al colegio no quiero ir!
Después de malhumores y rabietas con el desayuno, la ropa y la cartera, mi padre se da prisa para llevarme en coche a la escuela…
¿Total para qué? ¡Tengo un examen a primera hora y no me lo estudié!
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