sin principio, te cerca, precede a la luz -a nada escapas- te fluye, te da un centro, te brota desde tan profundo y , sin embargo, cercano -piel con piel- magma que conduce
hasta tu boca todos los abismos. Lo sabes en el envés de la hierba mordida, aleteando en una mariposa, intuyes -y es tu gozo- que en la lágrima del árbol se prolonga sin fin
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