Sss… ¡Silencio! Era su palabra favorita. “Escucha, es el sonido del silencio” me decía. Y yo callada la miraba y esperaba. No oía nada.
Con los años comprendí que se refería al sonido del alma, a ese lenguaje mudo para los extraños que sólo uno mismo percibe.
Con los años aprendí a escuchar los sonidos del silencio, que siempre nos acompañan pero no siempre nos paramos a escucharlos.
Sss…
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