Los rumores que Moncho se ahorcó debido al adulterio de su esposa, crearon expectación por el discurso fúnebre. Navaja se subió a un banco. Fijó sus ojos en Yusimí como una acusación.
- Moncho fue traicionado... – se detuvo a tragar en seco.
Una pausa densa: reojos y codazos hicieron olas en la multitud. Como golpe de remache, reinició: “Moncho fue traicionado...”
La frase quedó trunca: Yusimí se desplomó en brazos del padre. Navaja esperaba para continuar. En un vistazo, descubrió la sonrisa pícara de Ruly, y el fulgor en los ojos de Guido, cuenteros naturales. Supo entonces, que al concluir la ideada frase: “Moncho fue traicionado por sus propios nervios,” ya esta formaría parte de un nuevo cuento de velorio.
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