Y se van.
Sentada en el vano de la ventana con el aire acariciando mi rostro observo como se marchan volando agitando sus alas. Vuelven a su nido a pasar la noche después de un día en las lagunas. Pasan sobre mi cabeza recortando el cielo azul que va tornando a los naranjas del ocaso. En el horizonte empieza la luna a brillar dando comienzo a las últimas horas vespertinas antes de la oscuridad de la noche.
Y se van todas ellas en pareja. Y se van para mañana volver.
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