Un día las estrellas empezaron lentamente a apagarse.
Lo hicieron en silencio, sin explosiones, como si hubieran simplemente extinguido su fuego interior.
Al principio nadie se dio cuenta de lo que pasaba quizá a causa de la contaminación lumínica.
Los astrónomos guardaron silencio y la gente, desorientada, hablaba del fin del universo.
En realidad nadie sabía nada.
O entendía.
Dijeron que alguien nos robaba las estrellas.
Dijeron que era solamente una metáfora.
Todos tenían algo que decir.
Pero las estrellas seguían apagandose y la verdad es que a la mayoría eso importaba poco o nada.
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