viernes, 13 de abril de 2012
MEDIDOR DE BESOS
Nadie imagina qué dificultad entraña este oficio. Lo de menos es cuantificar el tiempo que duran los besos. Los hay de milésimas de segundo; de solo rozar los labios; de bocas unidas largas horas. Pero cómo medir la ternura en unos labios; la reconciliación de unos besos; la pasión la primera vez que se rozan; el susurro que se entremete en la saliva…
Tengo cientos de cachivaches que me impiden moverme por la casa. A veces, con suerte, consigo medir la mentira en los besos, la desesperación; pero es un oficio tan difícil que ni siquiera puedo enseñarlo a alguien. No sabría cómo, pues en sesenta años que tengo jamás la vida me regaló unos labios.
CASASOLA
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