domingo, 8 de abril de 2012
Abandonacracia
Su madre nos abandonó. Se fue una mañana, mientras aún dormíamos. Yo mismo retiré la nota de despedida, prendida a la nevera como una puñalada. Jamás volvió a escribirnos. Pensando en la felicidad de mi hija, fui yo quien comenzó a escribir cartas en el nombre de su madre, narrando hipotéticos viajes de tinta y otras mentiras de papel. Cada mes, sin excepción, dejaba un sobre para ella bajo la puerta de casa. Cada carta, sin excepción, acababa con un te echo de menos.
Hasta que un día, bajo la puerta encontré dos sobres. Uno era para mí.
A ti también te echo de menos, leí.
Una torpe e inocente imitación de su propia madre.
Democratizando mi tristeza.
Léolo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario