lunes, 16 de abril de 2012
la vanidad tiene un precio
Veo dibujarse una sonrisa mellada en su acartonado rostro, cuando le digo que por fin he sido premiado para un concurso de micros.
-Pero… ¿no todavía sigues con eso de la escritura? -dice, mientras descubre mi vanidad desde sus ojos hundidos y grises.
-El jueves es la entrega de premios. No podré venir a verte –le aviso.
Una estridente grabación anuncia el final de la visita. Arrastrando sus pasitos me acompaña hasta la puerta, donde se queda clavado. Lo dejo despidiéndome con su mano sarmentosa. Débilmente escucho: ¡suerte!
Y yo corro a escribir este microrelato. Ahora que me ha hecho mella en el corazón.
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