martes, 3 de abril de 2012
Sábado
Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Después del trabajo vuelvo lo antes posible, antes de que desaparezca su calor del colchón para dormir junto a su fantasma. Al despertar, sigo el rastro de su paso por la casa. Entonces logro verla: en la ducha mientras me cepillo los dientes; en el dormitorio, buscando unas medias en un cajón; en la cocina, abstraída, mordiendo una tostada mientras lee un libro… Pero cuando vuelvo a casa el sábado, me acuesto con una desconocida, de la cual me enamoro y con la que sueño cada día hasta llegar el fin de semana.
Uli Aceña
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