Las voces de innúmeros periodistas se confundían formando un murmullo de tono apático y gris, radios y televisores vomitaban la noticia indigesta desde los refugios de los hombres mientras los megáfonos en las esquinas cubrían la Ciudad con el mismo discurso.
La radio del vecino, chirriante y estática, lloraba:
- Informamos que la controvertida “Ley de Prohibición Mundial de Medios”, sentenciada hace instantes por el voto de una mayoría de funcionarios -seducidos por la Injusticia-, rige desde este mismo momento. Así… me despido con quebranto, siendo éste el último mensaje de libertad de la historia del hombre.
Y se oyó el ruido del botón “Apagar”, o de un tiro.
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