lunes, 9 de abril de 2012
El dolor de la nada
Xyz comía sus uñas con avidez; mas no era la típica persona que realizaba este acto
por nervios o manía incontrolada, ni recibía los reproches familiares por ese mal hábito.
No, Xyz masticaba sus uñas como un ejercicio ilusorio de masticación alimenticia.
Con el tiempo acometió con las cutículas y con las yemas de los dedos, más
pulposas y de dulce sabor.
Reemplazó sopas, bifes y quesos por falanges, falanginas y falangetas.
Había aprendido a sostener su cuerpo alimentándose del mismo.
Se ejercitó hasta lograr contorsiones que le facilitaron hincar los dientes en tobillos
y muslos. Saboreó cada una de sus orejas.
Finalmente, en ausencia de manos extendidas, clavó los dientes sobre su carnoso
corazón.
Sol Idaria
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario