lunes, 9 de abril de 2012
Flores
La flor. Tan bella como la mujer. Ambas pueden mezclarse y parecer una sola. Pueden camuflarse entre la blancura de una magnolia, en la ternura de una ludwigia o en la sencillez de una mimulus. O tal vez en la elegancia y glamour del clavel, en el romanticismo de la rosa, o en la imponencia de un girasol.
Dumas prefirió las camelias. 13 rosas fueron las heroínas durante el Franquismo español, y el nombre que Eco escogió para una de sus novelas. No importa el color o tipo de flor. Solo importa su similitud y fragancia con la esencia perenne de las lindas mujeres, quienes adornan los corazones y nuestros jardines sempiternos.
Jomarogue
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