miércoles, 11 de abril de 2012
EL PODER DE LA MENTE
Un joven al que besó con dulzura empezó a descomponerse, primero por dentro, luego por fuera, los objetos que tocaba se deshacían ante sus ojos. Estaría hechizada, le habría echado una maldición. Amarai se recluyó pero Octavio sin que ella supiera, la vio con ojos incrédulos desintegrar objetos, descomponer personas y se supo responsable. En parte, quien creería que los deseos se harían realidad, menos aún cuando estos conllevan la desgracia ajena. Octavio y Amarai se habían querido siempre, un día Amarai dejó de quererlo, y Octavio desde su más profundo dolor, le deseo lo peor, pero esto, era demasiado.
SARAY
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