lunes, 9 de abril de 2012
Estrategia
Conocí a Marisa en una librería, charlamos y me dio su número de celular, pues acordamos para vernos el viernes. Tenía que enviarle un mensaje el jueves para decirle hora y lugar.
Fue cuando aviso en mi hogar de otra reunión del sindicato. Antes de llegar a la esquina señalada veo a mi esposa parada cerca del bar. Retrocedo apabullado. Me ocurrió lo mismo con Laura, Paola y María. Ayer al borrar los números de ellas del directorio de mi teléfono descubro que mi mujer los había cambiado previamente por el suyo mientras yo dormía.-
Parachoques
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