lunes, 9 de abril de 2012
Ciento veinte
Nunca supuse que “ciento veinte” sería la cifra que me diera una oportunidad para ser feliz. En las autopistas me limita, no me gusta estornudar y resulta que el estornudo se impulsa a esa misma velocidad, y los neurotransmisores del cuerpo humano también viajan dentro de nosotros a esa celeridad, que ya podían sobrepasar la limitación cuando no reaccionamos a tiempo y se nos caen las cosas, digo yo… Y ahora son ciento veinte palabras las que me dan la oportunidad de conseguir una estancia en un maravilloso hotel y regalársela a los artífices que me han dado esta vida rodeada de “ciento veintes”. ¿Por qué?, porque si ellos son felices, yo lo seré ciento veinte veces más.
Carlos de Segovia
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