jueves, 12 de abril de 2012
La diosa
La mira todos los atardeceres. Con la luz en declive la ve más bella. Siente una atracción inexplicable. Su cabello, su mirada angelical, su cara,… le embelesan. Su mujer le dice que lo encuentra distante. Él, un escultor de élite, nunca modela esculturas realistas, pues su arte simbólico abstracto es capaz de representar todo lo existente en la vida, hasta los sentimientos más sublimes. Intenta modelar a esa diosa que ocupa su corazón, en miniatura y a escondidas de su esposa que es muy celosa. Pero no lo consigue. Es inimitable, demasiado bella y perfecta. Por ello, todas las tardes acude a la plaza para ver esa figura de cuya boca mana un chorro de agua.
Pandora
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