miércoles, 11 de abril de 2012
LA INTIMIDAD
Aquella tarde, papa regresó a la tumba entristecido. Madre le rogó que se marchara tras el postre y él se sintió despechado. Salió de casa cabizbajo, arrastrando los pies. Eterno dilema, la incomunicación entre vivos y muertos… No pretendíamos ofenderlo. Al contrario, en cada visita le hacíamos partícipe de nuestra cotidianeidad como mejor recordábamos. Lucas acudía a su regazo y le pedía cuentos. Mama vencía su aversión y lo besuqueaba con labios translúcidos. Yo cocinaba sus platos favoritos, sabiendo que ni los tocaría. Después del accidente, se instaló en el panteón familiar. Nos cedió generosamente la casa. Papá será siempre bien recibido aquí, pero debe entender que los muertos necesitamos a veces nuestra intimidad.
CIERVO VOLANTE
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