lunes, 16 de abril de 2012
Última desazón
Quede constancia, por la presente, de mi total incapacidad para escribir un cuento que supere las 120 palabras, ¡y sabe Dios que lo intenté!; los que salieron buenos se alargaron demasiado, y de los cortos, bueno, sobre esos mejor callar… En todo momento me fueron negados el estro, el duende, el numen. Podría incluso decirse que encarno la Némesis del arrebato creador, de la que nadie se acordará aun cuando haya desaparecido. Así pues, no se culpe a nadie ni se responsabilice de mi muerte a otra que no sea mi propia impericia. A buen seguro el mundo no lamentará este ajusticiamiento, más siniestro que poético.
El gato se llama Vogler, la perra, Mandarina. Denles alimento y caricias.
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